Esta foto es de nuestras primeras prendas (haciamos muchas prendas de fiesta)

Cuando empecé Lulu Martins a mis 19 (2009), no tenía un gran plan de negocios ni un equipo atrás. Tenía una idea, una pasión enorme por la moda y el arte y el deseo de crear algo propio, algo que contara historias y trascendiera el simple hecho de vestirse. Por suerte mi mama acepto asociarse conmigo para empezar este proyecto medio loco.

La historia comienza en casa, en la mesa de la cocina, con retazos de tela apilados por todos lados, bocetos a mano y mi mamá, Florita. Mientras yo cortaba las piezas, ella las cosía con una paciencia y un amor infinito. En nuestra primera temporada, hicimos 40 prendas en total, nuestro primer record. Luego con los años llegamos a coser 500 prendas por temporada, entre las dos. Sin talleres, sin intermediarios, solo nosotras y nuestra dedicación.

Esta foto es de una de las faldas bordadas que hicimos para una coleccion en el 2013.

Los primeros años fueron un experimento constante. Vendíamos en ferias, a amigas, a conocidas que se enamoraban de las prendas y nos recomendaban. Si bien ya sabiamos mucho de confeccion por mi abuela tambien aprendimos mucho sobre la marcha: qué telas funcionaban, cómo perfeccionar los cortes y cómo encontrar nuestra identidad en un mercado enorme y competitivo. Cada prenda que entregábamos llevaba parte de nuestra historia, y creo que eso fue lo que empezó a diferenciar a Lulu Martins, (ademas de las campañas de foto que haciamos).

Desde el principio, nunca quise que fuera solo ropa. Quería que cada prenda tuviera alma, que quien la usara sintiera que estaba vistiendo algo con significado. Me inspiré en todo lo que amo: el arte, la fotografía, la poesía, la naturaleza. Y, por supuesto, en las mujeres de mi familia: mi abuela, que bordaba y pintaba porcelana con una delicadeza increíble, mi mamá, que convirtió el oficio de coser en un acto de amor.

Esta es la foto de nuestro primer showroom en el living de mi casa.

Con los años, Lulu Martins creció. Pasamos de la mesa del comedor a nuestro propio espacio de trabajo, sumamos equipo y perfeccionamos cada detalle. Pero algo nunca cambió: la esencia. Seguimos creando con el mismo espíritu con el que comenzamos, buscando que cada colección tenga una historia que contar.

Hoy, cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que Lulu Martins no nació de la nada. Nació de generaciones de mujeres que supieron construir belleza con sus manos. Nació de la pasión por crear sin miedo. Y nació de ese momento en el que decidí que no quería seguir tendencias solamente, sino construir un universo propio.

Este fue solo el comienzo. Y me emociona saber que cada prenda que creamos es parte de algo más grande: un sueño que sigue evolucionando, creciendo y vistiendo historias.